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PISAMOS LA LUNA. Desmontando la conspiración

 

La llegada del ser humano a la Luna me pilló cuando era niño. Siempre me fascinó y me interesó. Por entonces, observaba el hecho de que la gente joven se tomaba en serio lo de la llegada a nuestro satélite, pero la gente más mayor no se lo acababa de creer. En mis primeros años de afición presencié algunas discusiones en las que ponía en duda la veracidad de la hazaña.

Curiosamente, pasadas unas décadas, veo con asombro que la situación es la contraria. La gente de más edad creen en la llegada a la Luna y son los jóvenes los que cuestionan ese viaje.

Es fácil cuestionar el viaje a la Luna alegando que no se ha vuelto a repetir en décadas. Añadamos a esto que el caudal de información (y desinformación) a disposición de cualquier persona es inmenso y, para muchos, es complicado discernir entre argumentos científicos y meras especulaciones sin base alguna.

Este texto consta de dos partes. En la primera, haremos un repaso a lo que fue en sí el viaje a nuestro satélite. En la segunda parte se rebaten los argumentos más habituales entre los negacionistas.

  

 

Primeros pasos en la carrera espacial

La rivalidad entre los Estados Unidos y la Unión Soviética por el dominio del espacio exterior data de la década de 1950. En los primeros años, la URSS siempre iba por delante, logrando hitos que los americanos observaban con inquietud  impotencia.

En este punto, los Estados Unidos, conscientes de que los rusos les llevaban siempre la delantera, decidieron dar un vuelco a la situación.

El 25 mayo 1961, en una sesión conjunta del Congreso de EEUU, el presidente John Fitzgerald Kennedy lanzó el reto al pronunciar aquellas famosas palabras: “Creo que esta nación debería comprometerse a lograr el objetivo, antes de que acabe esta década, de llevar un hombre a la Luna y traerlo de vuelta sano y salvo a la Tierra”.

Algún testigo afirmó que, al escuchar esto, el director de la NASA preguntó si alguien deseaba ocupar su puesto. El resto estaba en el aire, y se materializaría en los programas Mercury, Gemini y Apolo.

¿Cuál era la experiencia de los EE.UU. en ese momento de la carrera espacial?.

Pues tan solo 20 minutos de vuelo espacial no tripulado.

¿Qué recursos se dedicaron al programa Apolo?

Un presupuesto de 110.000 millones (dólares de 2010).

Entre 370.000 y 400.000 personas trabajando para el programa.

Universidades, institutos de investigación, laboratorios de los EE.UU. y de muchos otros países.

20.000 empresas contratistas y subcontratistas.

¿Cuál fue el beneficio económico del programa Apolo?

Cada dólar invertido se convirtió en 20 dólares de retorno en forma de beneficios en investigación y tecnología.

 

El cohete Saturno V

Esta impresionante máquina es el Cohete Saturno V. Tiene un diámetro de  10,1 metros y una altura de 110,6 metros. Su peso total, cargado de combustible, es de 2.970 toneladas.

El de la imagen es uno de los tres cohetes que no llegaron a ser lanzados y que se puede visitar (ahora ya a cubierto) en el Centro Espacial Kennedy. Llama la atención el tamaño de los cohetes de la primera fase comparado con el de las personas.

Vamos a ver las partes que componían este gigantesco cohete.

Primera etapa (S-IC)

Potencia: 5 motores F1
Empuje combinado: 33,4 MNw
Propulsores: 2..200.000 litros RP1+OL
Longitud: 42 m
Peso total: 2.290 toneladas

Su misión es colocar al cohete a 61 kilómetros de altura en 2 minutos

 

Segunda etapa (S-II)

Potencia: 5 motores J2
Empuje combinado: 4,5 MNw
Propulsores: 1..300.000 litros HL2+OL
Longitud: 22,5 m
Peso total: 496 toneladas

Su misión es colocar la nave en órbita terrestre
 

 

Tercera etapa (S-IVB)

Potencia: 1 motor J2
Empuje combinado: 0,9 MNw
Propulsores: 300.000 l HL2+OL
Longitud: 18,8 m
Peso total: 126 toneladas

Su misión es impulsar la nave  desde la órbita terrestre en dirección a la Luna

 

Cuarta etapa

Unidad de instrumentos (IU)

Con forma de anillo sobre la tercera etapa
Porta el sistema de guía para del cohete
Ordenador digital
Computadora control de vuelo analógica
Sistema de detección de emergencia
Plataforma de guía inercial
Acelerómetros de control
Giroscopios de velocidad de control.
Peso total: 1,8 toneladas

Esta cuarta fase alberga el Módulo de Control (CM), donde se ubican los tres astronautas, el Módulo de Servicio (SM) con el soporte vital (agua, oxígeno, combustible...) y el Módulo Lunar (LM) que va plegado al despegar y será la nave que lleve a dos de los tripulantes a la superficie de la Luna.

Después de liberarse de la tercera etapa del cohete, la tripulación debía realizar la complicada maniobra de transposición, atraque y extracción. Ésta consistía en

 

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En esta maniobra, el conjunto CM+SM se separa del resto y efectúa un giro de 180 grados (transposición), de modo que queda encarada con el LM. Entonces se acerca el CM al LM hasta acoplarse (atraque). Una vez acoplados, se saca el LM de su lugar (extracción), quedando los tres acoplados de este modo durante el viaje de ida la Luna.

Con ésta configuración llegarían a nuestro satélite y entrarían en órbita lunar.

Veamos algunas curiosidades sobre el módulo lunar (LM). Con unas dimensiones de 6,98 m de altura y 9,45 m de anchura y un peso en vacío de 15 toneladas, estaba formado por dos mitades: el módulo de descenso y el de ascenso. El módulo de descenso es la parte que se quedaría para siempre en la superficie de la Luna, mientras que el de ascenso sería el utilizado por los astronautas para abandonar la superficie lunar.

El módulo de descenso era como una caja octogonal de 3,23 m de aljura y 4,53 m de anchura que descansaba sobre cuatro patas articuladas que terminaban en un disco de 94 cm de diámetro claramente visible en la imagen superior. Una de las patas albergaba una escalera de 9 peldaños por la que descenderían los astronautas Armstrong y Aldrin hasta la superficie lunar.

Muchas veces se ha planteado la pregunta sobre cómo de obtuvieron las imágenes de los astronautas descendiendo por la escalerilla hasta la superficie. En la imagen  superior se muestra la ubicación de la cámara que captó esas imágenes. Se ubicaba en una parte del módulo de descenso (señalada con un circulo en la imagen) que se abrió poco después de alunizar. Esa especie de cajón abatible era conocida como MESA (del inglés Modular Equipment Storage Assembly) y contenía el denominado paquete de experimentos Apolo en la superficie lunar (ALSEP, por sus siglas en inglés) que recogerían diferentes datos sobre nuestro satélite.

     

Otra de la curiosidades es consecuencia del género humano: allí donde vamos, contaminamos. Como el habitáculo del módulo lunar era pequeño y no se podría llevar peso extra durante el regreso a la órbita lunar, se utilizaron las llamadas jettison bags (bolsas de desechos) para liberar espacio en la cabina eliminando la basura. Esas bolsas contenían restos de alimentos, bolsas de orina, equipo innecesario, etc) y se expulsaba al exterior y luego se le daba una patada para dejarlo sobre el módulo de descenso. Así que, antes de descender al suelo lunar, los astronautas tiraron la basura por la escotilla. En las imágenes superiores se puede ver esa bolsa blanca bajo el módulo.

Tras 21 h y 36 m sobre la superficie lunar, los dos astronautas abandonaron nuestro satélite a bordo del módulo de ascenso, equipado con un motor que aportaba casi 1600 Kg de empuje. Así, llegaron a la órbita lunar donde les esperaba Collins a bordo del módulo de mando. Para el acoplamiento en órbita, cada parte llevaba una dispositivo de acople que se aprecia en detalle en las siguientes imágenes.

     

Mecanismo de acoplamiento entre el módulo de mando y el módulo lunar

Aproximación para el acoplamiento entre el módulo de mando y el módulo lunar

Una vez acoplados los dos vehículos, los astronautas pasaban por un conducto del módulo lunar al módulo de mando, reuniéndose de nuevo los tres componentes de la tripulación. Entonces, se desacoplaba el módulo lunar que quedaba a la deriva hasta que cayese sobre la Luna. De modo que el vehículo que emprendería el regreso a la órbita terrestre quedaría configurado como se muestra en la imagen siguiente.

Para la reentrada en la atmósfera, se separaba el módulo de servicio del módulo de mando (cápsula Apolo), que es la que efectúa la maniobra de reentrada, protegida por su escudo térmico.

En la etapa final del descenso, se desplegarían los paracaídas para reducir más la velocidad y posarse suavemente sobre las aguas del océano, donde serían recogidos por el equipo de rescate.

     

 

 


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