El Rector
Vicente Blasco en un lienzo de Salvador Maella de 1747
Archivo Universidad de Valencia
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Antecedentes
En el siglo XVIII la Universidad española atravesaba uno
de sus peores momentos. El fuerte corporativismo de los
Colegios y la enorme influencia que los jesuitas
ejercían sobre ella, hacían que permaneciera aferrada a
tradiciones y resistente a abrirse a los nuevos
conocimientos. Las ideas innovadoras que habían ido
propagándose por Europa de la mano de Newton y de otros
grandes pensadores no tenían cabida en nuestras
Universidades.
Era necesaria una
reforma en la estructura del Estado que propiciara una
reforma universitaria. Tal reforma no fue posible hasta
la llegada al trono de Carlos III. Los eruditos de que
se rodeó el monarca emprendieron una reforma
universitaria a base de Decretos y Reales Órdenes,
imponiendo a las universidades la reforma sus planes y
constituciones.
Pero no era fácil, y
algunos de estos planes innovadores se dilataron en el
tiempo ante la fuerte resistencia que encontraban, e
incluso no llegarían a ser aplicados en algunas, a lo
cual contribuiría la llegada de las guerras napoleónicas
y otros tristes acontecimientos de finales del siglo
XVIII y principios del XIX.
En la Universidad de
Valencia, el plan del rector Vicente Blasco, aunque
tardío, ya fue aprobado a finales de 1786, era muy
completo e introducía entre otra materias a la nueva
Astronomía newtoniana, marcando especialmente su
carácter experimental, lo que supuso el germen de la
creación en Valencia del primer observatorio astronómico
universitario de la España moderna, que se ubicaría en
el Colegio de Santo Tomás de Villanueva. |
Fachada del edificio
de la Universidad
recayente a
la Plaza del Patriarca,
donde se
alzaba la Casa Rectoral
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En 1788 se proyecta
la construcción de un laboratorio de Química, a cuya
suerte va ligada, desde 1790, la construcción del
observatorio, ambas instalaciones con carácter de
interinidad hasta 1791. La ubicación elegida fue la
antigua “casa rectoral” que estaba ubicada en la actual
plaza del Colegio del Patriarca.
Ante las dificultades administrativas que iba encontrando, Blasco, que no quiso retrasar las obras, dejó esta ubicación para la instalación definitiva. Junto a la Universidad se alzaba el Colegio de Santo Tomás de Villanueva. Blasco, junto con el vicerrector Mascarós, que luego fue rector de dicho Colegio tomó la decisión de instalar interinamente en el mismo ambas cosas: el laboratorio de Química en la planta baja y el Observatorio en la terraza.
Las obras se realizan entre el 24 de enero y el 8 de marzo de 1791. La estancia constaba de seis ventanales cubiertos por un voladizo, por las cuales las gentes de la época verían pronto asomar los telescopios.
En 1789 se contrata como responsable del instrumental al maquinista Josef Pérez, que ya había construido una esfera celeste para la Universidad, El primer instrumento es un refractor de “veinticuatro palmos de longitud” propiedad del mismo Josef Pérez, al que se uniría un reflector de “tres pies de focus” en junio de 1790.
El rector Blasco, seguía empeñado en finalizar el estado de interinidad del Observatorio, por lo que insistió ante las autoridades de la ciudad y se asesoró por Salvador Ximénez Coronado, responsable de la construcción del Observatorio Real de Madrid y primer director del mismo. El anteproyecto redactado a finales de 1790 por Joseph García para la instalación definitiva en la casa rectoral asciende a 7.733 libras valencianas (unos 175 euros actuales).
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Publicación de Tarazona
"30 años de observaciones solares en el OAUV" |
El 13 de diciembre de 1791 el Conde de Floridablanca comunica al claustro universitario y a la ciudad el Real permiso para el inicio de las obras. Aunque se inician los trámites para el permiso de obras, éste nunca se concede ya que los fondos se retinen ante el inminente estallido del conflicto con los franceses, y finalmente el emplazamiento definitivo del Observatorio queda en nada, ya que todo el dinero se dedicaría a la guerra.
De este modo la Universidad tuvo que conformarse con las instalaciones provisionales en el Colegio de Santo Tomás de Villanueva, cuya decadencia fue ya imparable. Entre 1792 y 1796 ya no se imparten clases, unas veces por falta de alumnos y otras por falta de docentes. Las observaciones cada vez eran más esporádicas y, desde 1806, inexistentes.
Finalmente se produce la invasión francesa en 1808 y se instala un polvorín en el Colegio. Durante el asedio las instalaciones quedan destruidas. Irreparables daños debió causar el bombardeo del 7 de enero de 1812 por parte de las tropas napoleónicas del mariscal Suchet, que destruyó la mayor parte de la Universidad y de la Real Academia de San Carlos, anexa al Colegio. De este modo deja de existir el primer observatorio universitario del país, que sería el embrión del que surgiría años más tarde el actual Observatorio Universitario.
Tendrían que transcurrir 97 años para que la Universidad contara de nuevo con una instalación para la enseñanza y la práctica de la Astronomía.
Las observaciones sistemáticas de meteorología en la Universidad de Valencia se remontan al año 1858, siendo encargado de la estación meteorológica desde su fundación hasta 1872, Montserrat i Riutort, y, desde esa fecha hasta finales de 1884. José María Guillén. El observatorio por entonces estaba equipado con barómetros, termómetros, psicómetros, pluviómetros, molinete de Robinson para medir la velocidad del viento y otros instrumentos.
Diariamente se anotaba la presión atmosférica y su oscilación, la temperatura media y las extremas, la humedad y la tensión de vapor de agua, la dirección, la fuerza y la velocidad del viento.
En la Universidad de Valencia, el desarrollo de la astronomía y meteorología de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX está unida a la personalidad del Dr. D. Ignacio Tarazona y Blanch (1859-1924).
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DON
IGNACIO TARAZONA Y BLANCH
(1859-1924)
Archivo
Universidad de Valencia
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Biografía
de don Ignacio Tarazona
Don Ignacio Tarazona nació en Sedaví (Valencia), el 17 de diciembre de 1859. Su padre, casado en segundas nupcias con Dª Vicenta Blanch, tuvo nueve hijos. El ambiente familiar influyó desde bien pronto en su educación y su interés por el estudio.
De sus ocho hermanos cabe mencionar a Antonio, que fue astrónomo del Observatorio de Madrid y profesor de Astronomía y que, con ocasión del eclipse de Sol de 1905, visible como total en España, calculó los elementos del mismo. Otro de sus hermanos, Benito, fue Coronel de Artillería y publicó interesantes trabajos sobre Mecánica.
No es de extrañar, pues, que manifestara pronto una inclinación por el estudio de las matemáticas. En junio de 1876 finalizó el bachiller con sobresaliente y premio extraordinario. Al llegar a la adolescencia ingreso como alumno en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valencia. El 2 de julio de 1886 obtuvo la licenciatura en ciencias exactas, y el 20 de marzo de 1888, el título de Doctor en la misma
disciplina.
Su pasión por la Universidad le hizo trabajar duro y, el 20 de enero de 1887, cuando apenas era un muchacho de 20 años, fue nombrado Profesor auxiliar interino de la Facultad de Ciencias. Se consagró a su trabajo con tanto empeño que apenas un año después, el 23 de febrero de 1888, obtenía en concurso de méritos el título de Profesor auxiliar numerario de dicha Facultad.
Desde el principio fue una persona comprometida y encariñada con su trabajo y con la Universidad. Sus primeros trabajos apuntaban un futuro prometedor para el joven profesor. El 5 de octubre de 1893 siendo profesor auxiliar, se hacía cargo de la estación meteorológica de la Universidad, tarea que desempañaría hasta 1898. Con gran dedicación recopilaba los datos meteorológicos y comenzó a editar un modesto boletín, que intercambiaba con los de otros centros similares nacionales y extranjeros.
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Discurso de
apertura del año académico
1909-1910
sobre fotografía solar
Anales de la Universidad 1924-1924
en
los que se
resume la obra de Tarazona
Cuaderno de 1927 que
describe
el
Observatorio y resume su labor
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El fruto aquellos años de paciente recopilación de datos y escrupuloso síntesis quedo reflejado en un trabajo resumen titulado “Treinta años (1864-1893) de observaciones meteorológicas en la Universidad de Valencia”, que fue presentado en 1911 en el Congreso celebrado en Granada por la Asociación Española para el progreso de las Ciencias (AEPC), mereciendo todos los elogios. Aquel trabajo se convirtió en una herramienta fundamental para conocer el clima de nuestra ciudad.
Su fructífera labor se vio recompensada cuando, tras superar los exámenes de oposición, tomó posesión, el 10 de febrero de 1898, de la cátedra de Cosmografía y Física del Globo de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona. Posteriormente como consecuencia de las reformas del plan de estudios se le acumuló a ésta la cátedra de Astronomía esférica y Geodesia.
En el Congreso de Valladolid (1915) presentó el trabajo titulado “Las 180 zonas estelares de Catálogo general preliminar de Boss”. Dicho catálogo respondía a las recomendaciones del Congreso Internacional de Efemérides de 1911, de adoptar un catálogo único de posiciones estelares. Lewis Boss elaboró un catálogo de 6188 estrellas. Tarazona hizo un estudio comparado del Catálogo de Boss con las Efemérides Astronómicas, para facilitar el trabajo de los astrónomos. En el Congreso de Madrid (1913) de la AEPC presentó el trabajo “Observaciones del eclipse de Sol del 16 de abril de 1912”.
Fueron unos años de intensa y reconocida labor docente, además combinada durante algún tiempo con el cargo de Secretario de la Facultad de Ciencias. Volcado en cuerpo y alma a su cátedra, sin embargo no llevaba muy bien el hecho de limitarse a las clases teóricas y anhelaba disponer de medios para llevar a la práctica la observación visual. Con paciencia y tesón consiguió del Estado una aportación económica que permitió la instalación de un observatorio astronómico universitario.
Fue así como se edificó en 1904 en el jardín de la Universidad de Barcelona un pabellón con una cúpula, para instalar un teodolito Repsold. Desde 1899 contaba con otro teodolito topográfico Brünner y un cronómetro sidéreo Frodsham. Todos ellos procedían del Instituto Geográfico y Estadístico. En 1903 se adquirió un círculo Magnaghi. En 1905 se reemplazó el teodolito Repsold por un ecuatorial Grubb de 5” (127 mm), que se completó en 1906 con diversos accesorios para la observación del Sol. Ese fue el testigo del paso del Dr. Tarazona por aquella institución.
En 1900, viajó desde Barcelona al Laboratorio Arago en Banyuls-sur-Mer. De su paso por allí se recuerda su empeño en potenciar las relaciones científicas entre ambos países, lo que le valió la concesión por el gobierno francés de las Palmas de Oro, nombrándole Oficial de Instrucción Pública de Francia.
Fueron unos años en que cosechó numerosos y buenos amigos en la Academia de Ciencias de París y en la Société Astronòmique de France, merced a los numerosos trabajos y comunicaciones que presentó en ambas. Especial es la amistad que le unió con G. Bigourdan, Presidente de la Academia de Ciencias de París y del Comité Internacional de la Hora.
En los años que trabajó en Barcelona cosechó buenas amistades, pero su familia, amigos, compañeros de estudios, discípulos, etc, estaban en Valencia, y el los añoraba y siempre pensó en volver a su ciudad. Una permuta le permitiría regresar, tomando posesión el 18 de agosto de 1906 de la cátedra de Cosmografía y Física del Globo de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valencia, a la que más tarde se le agregaría la de Cálculo Infinitesimal.
El regreso a Valencia supuso para Tarazona un nuevo comienzo. Se hallaba ante la misma situación que había encontrado al llegar a Barcelona: clases y más clases teóricas. No había telescopio y, tan sólo contaba como instrumentación con un viejo teodolito. Se fijó como meta subsanar esa carencia en lo posible.
La Universidad tenía su sede en la céntrica calle de La Nave, en pleno corazón de la ciudad, en un edificio de gran valor monumental. A pesar de las limitaciones que imponía el propio edifico, Tarazona no se desanimó y encargó proyectos, pidió presupuestos, repasó planos y, finalmente, solicitó subvenciones para lo cual contó en todo momento con el apoyo de todo el Claustro universitario.
La construcción del observatorio era una tarea prioritaria, sino obsesiva, para Tarazona que puso a prueba su fe en el proyecto y su capacidad de gestión. Y aún más, para que el proyecto no se paralizara tuvo que valerse, en ocasiones, de su prestigio personal e incluso de su holgada situación económica, llegando a adelantar de su bolsillo aquello a lo que no alcanzaban los créditos consignados por el Estado.
Si grande fue su dedicación y amor por la Universidad durante toda su vida, no podría concluirse una semblanza del Dr. Tarazona sin explicar lo
acontecido tras su muerte.
Tras unos meses de enfermedad en los que no dejaba de corregir y repasar trabajos suyos y de sus colaboradores, el Dr. Ignacio Tarazona fallecía en Valencia el 3 de febrero de 1924. Quedaba por descubrir su último gesto. A los pocos días de su muerte, corría el rumor de que Tarazona había dejado a la Universidad un legado importante. Pero hubo que esperar hasta la lectura de su testamento para darse cuenta de lo que había preparado. En el testamento, nombraba usufructuaria vitalicia a su esposa, pero nombraba heredera universal a la Universidad de Valencia. No legaba unos bienes, sino toda su fortuna, enseres y propiedades, entre ellos una notable biblioteca con obras de historia, ciencias naturales, matemáticas, astronomía, mapas e instrumentos de todo tipo, mobiliario, e incuso lienzos de Goya que se conservan en la Real Academia de San Carlos.
Tal situación nunca se había producido. No había antecedentes de un caso de tal generosidad. El acta de la reunión del Claustro del 1 de mayo del mismo año refleja la sorpresa de los doctores del cuando ninguno de ellos solicitó la palabra tras la lectura del testamento. Nadie sabía que decir y, finalmente, se designó una Junta de Patronato que se encargaría de recibir y administrar los bienes del Dr. Tarazona cuando falleciera su viuda. El catedrático Juan Antonio Izquierdo Gómez propuso al Claustro que los catedráticos contribuyesen con dinero propio si la Universidad carecía de fondos para costear los homenajes de Tarazona y Gómez Ferrer, fallecido también en 1924.
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Esquina de
la antigua Universidad, entre
las calles
Comedias y Salvá, sobre la que
se instaló
la cúpula en enero de 1910
El Observatorio en
el viejo edificio universitario de la calle de La Nave
Archivo
Universidad de Valencia
Refractor Grubb y
círculo meridiano
bajo la
cúpula de la imagen de arriba
Archivo
Universidad de Valencia |
La
fundación del observatorio
Al poco de la toma de posesión de su cátedra en Valencia, en julio de 1907, Tarazona solicitó del Ministerio de Instrucción Pública la construcción de un observatorio astronómico en el jardín botánico de la universidad, para que los alumnos de Cosmografía y Física del Globo pudieran realizar prácticas con algún instrumento que ya tenía así como otros que fueran adquiriéndose. La petición obtuvo el respaldo del Rector de la universidad.
El 1 de octubre de 1909, en el acto de apertura del curso académico 1909-1910, Tarazona, pronunció un discurso sobre “La fotografía solar” y, tras su lectura, se dirigió a los miembros del claustro dejando claras sus intenciones de llevar a cabo la construcción del Observatorio. Había entonces sólo 3 observatorios, el de Madrid, el de la Marina en San Fernando (Cádiz) y el de Fabra (Barcelona), pero ninguno de ellos vinculado a una Universidad.
Consciente de que una petición muy costosa podría ser rechazada, se limitó a pedir un modesto observatorio cuyo coste estimado no superaría las 10.000 pesetas (60 euros). Como nota anecdótica pero muy ilustrativa cabe mencionar que los Presupuestos Generales del Estado contemplaron, por primera vez en 1903, una partida para material científico de experimentación, como fruto de las gestiones de las Facultades de Ciencias de Madrid y Barcelona. En 1909, esta partida ascendía a 200.000 pesetas (1200 euros).
La petición de Tarazona fue aceptada y se designó al Sr. López Alcrudo como arquitecto encargado de la redacción del proyecto de obras, para lo cual se desplazó a Valencia con el fin de buscar el emplazamiento en coordinación con Tarazona y la Junta de la Facultad. Para entonces la idea inicial había variado y descartándose el emplazamiento del jardín botánico en favor del propio edificio universitario, ya que así estaría más cerca tanto del personal como de los alumnos de la cátedra.
Llegados a este punto, cabe mencionar la generosidad mostrada por el Dr. D. Eduardo Boscá, catedrático de Historia Natural, al mostrarse dispuesto a ceder parte de su sala de trabajo, contigua al Museo de Historia Natural, para facilitar las obras de instalación del nuevo observatorio astronómico en la esquina SE del edificio de la calle de La Nave.
Tarazona, viendo que todo estaba saliendo bien, volvió a solicitar al Ministerio un nuevo crédito de entre 12.000 y 15.000 pesetas (72 y 90 euros respectivamente) para poder adquirir un refractor ecuatorial que se ubicaría en las nuevas instalaciones. En las Reales Ordenanzas de 17 de junio de 1908 y de 12 de mayo de 1909, se publicaban las consignaciones económicas destinadas a la compra del mismo.
La construcción del telescopio y accesorios se encargó en abril de 1907 al prestigioso constructor Sir Howard Grubb, de Dublín. Se trataba de un refractor de 6” (152 mm).
Las obras del observatorio comenzaron en el verano de 1909, al mismo tiempo que la casa Grubb anunciaba el envío del telescopio y accesorios, cuyas cajas llegaban al puerto de Valencia en junio de 1909.
Con la carpintería, herrajes y demás, el coste superaba en más de 1.000 pesetas lo previsto. Pero como el Dr. Tarazona no quería ninguna paralización en las obras, adelantó dinero de su patrimonio personal, hecho sobre el que guardó siempre escrupuloso silencio.
El 22 de diciembre de 1909 el Rector solicitó al Ministerio una partido de 4.500 pesetas para la cúpula. Para abaratar costes, la construcción de la misma corrió a cargo del constructor valenciano Hijos de Vicente Sala, que recibió dibujos e instrucciones adecuados del propio Tarazona, fabricándose en estructura de hierro y recubierta de cartón pintado. Ajustando todas las partidas al máximo, Tarazona logró su objetivo inicial de construir un observatorio con un coste de 10.000 pesetas (60 euros).
Concluidas las obras, la cúpula quedó instalada en su emplazamiento a finales de enero de 1910. La subvención de la cúpula fue recibida en junio de 1910. Inmediatamente se procedió a la instalación del ecuatorial Grubb y demás instrumentación ya existente. Además, “un amigo” del observatorio (el propio Tarazona) hizo donación de instrumentos recientemente adquiridos, así como libros y mobiliario de despacho, con lo que se completo la instalación del observatorio.
Las modestas instalaciones comprendían varios pisos. El despacho, los péndulos y el cronómetro, el receptor de TSH y la biblioteca estaban en un saloncito del entresuelo, junto al cual, en una salita, se impartían las clases de Cálculo y Cosmografía. En el primer piso estaba la sala donde se estudiaban las placas diarias del Sol y, en un desván, estaba el cuarto oscuro para el revelado fotográfico.
Inicialmente, se contaba con los siguientes medios materiales:
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Refractor Grubb de 6” (152 mm) montado en ecuatorial sobre un pie de columna, dotada de seguimiento por mecanismo de relojería por contrapeso, juego de oculares, prismas solar y cenital, espectroscopio solar, buscador de 2”, círculo graduados con sistema de iluminación, etc ...
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Cámara fotográfica adquirida a Grubb en junio de 1914, especialmente diseñada para la obtención de fotografías del Sol de 10 cm de diámetro con el ecuatorial anterior.
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Refractor ecuatorial Zeiss de 110 mm de abertura uso en desplazamientos.
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Círculo meridiano semi-fijo, recibido en junio de 1914, y que fue construido por F. Mouronval (sucesor de Mailhat), de París, ejemplar galardonado en 1910 en la Exposición Universal de Bruselas.
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Teodolito para la medición de ángulos construido por Salmoiraghi (Milán), adquirido en julio de 1907.
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Cronómetro de tiempo sidéreo, adquirido en abril de 1909, que fue encargado a la casa Dent (Londres).
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Péndulo astronómico de tiempo medio, de Reifler y Strasser & Rohde, adquirido en diciembre de 1911.
Instrumentos menores y accesorios, tales como un micrómetro unifilar, un fotómetro de cuña, un espectroscopio de protuberancias y un estereomicrómetro, entre otros, completaban el equipamiento junto a otros donados por el propio Tarazona, como dipleidoscopio, sextante, etc.
A partir del 2 de mayo de 1922, Tarazona contó con la colaboración del Dr. Vicente Martí Ortells, nombrado auxiliar de la cátedra en esa fecha.
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Tres instrumentos de
la época de Tarazona. De izquierda a derecha, teodolito,
cronógrafo y
sextante. ARCHIVO UNIVERSIDAD DE
VALENCIA |
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El refractor Grubb
tras su restauración
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En cuanto a la biblioteca, empezó siendo modesta, pero se fue ampliando con libros, revistas, atlas y mapas, unos adquiridos, otros enviados al Observatorio o directamente al Dr. Tarazona. A la muerte del Dr. Tarazona, su biblioteca personal fue legada por completo al observatorio, lo cual supuso un notable enriquecimiento de sus fondos sobre astronomía y matemáticas.
Aunque se data la fundación de hecho del observatorio en 1909, no fue hasta 1919 cuando se presentó ante el Claustro universitario el proyecto de Reglamento del mismo, que el propio Tarazona redactó, aprovechando la discusión del propio Estatuto de la Universidad. De este modo el observatorio quedó incorporado de forma legal a la Universidad como centro dependiente de la misma.
La intensa labor divulgadora que acompañó a la actividad docente e investigadora, promovida por Tarazona, tuvo como consecuencia que el Observatorio tuviese una gran proyección social, lo que le valió la declaración de Utilidad Pública en el año 1919. Por entonces, había poco interés por la Astronomía en España (exceptuando Barcelona), aunque en Valencia si lo hubo debido, con toda seguridad, a la labor de Tarazona.
Entre los trabajos desarrollados por el observatorio en sus primeros años, cabría destacar los siguientes:
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Servicio de la hora oficial, que comenzó a prestarse el 23 de enero de 1913. por parte del Dr. Tarazona y su colaborador el Dr. Martí.
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Fotografía diaria del Sol, que se realizó desde el 1 de enero de 1916 y se prolongó durante tres décadas.
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Observación del eclipse total y anular de Sol del 17 de abril de 1912.
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Observación del eclipse parcial de Sol del 21 de agosto de 1914.
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Observación del eclipse parcial de Sol del 28 de marzo de 1922.
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Observación del tránsito de Mercurio por el disco del Sol el 7 de noviembre de 1914.
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Atención a grupos de visitantes pertenecientes a entidades o sociedades.
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Observación pública mensual.
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Desde el 9 de mayo de 1925, funcionó en la fachada del observatorio un reloj eléctrico conectado a un péndulo Favarger, que prestó servicio al público que deseaba conocer la hora con exactitud.
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