Algún día llega el momento de plantearse
la cuestión de adquirir un telescopio. Este texto está dirigido a aquellos
que van a adquirir su primer telescopio, con el ánimo de darles orientación
y transmitirles algunas nociones fundamentales para no andar perdidos. Los
que piensen en migrar a un instrumento mayor ya habrán pasado por esta
primera fase y, sin duda, su experiencia le habrá servido para saber que es
lo que quieren.
Por suerte para los aficionados de
ahora, a la hora de comprar un telescopio se puede elegir.
La oferta es amplia y variada tanto en calidades como en precios. Hace
tres décadas sólo se podían adquirir en España telescopios de tres o
cuatro marcas, sólo algunos modelos, y en contados comercios. Entonces
la pregunta era ¿me lo compro o me lo hago yo mismo?. La segunda
posibilidad queda para los que disfrutan con el llamado bricolaje
astronómico. Por suerte hoy en día ya no es una opción en las mismas
condiciones que años atrás, pues existen multitud de marcas e
importadores.
Lo que no ha cambiado es el
desconocimiento general sobre las características por las que se puede
valorar un instrumento y compararlo con otros.
En lo que estoy muy de acuerdo con
Alan M. MacRobert, editor asociado de la prestigiosa revista Sky &
Telescope, es que unos prismáticos son un excelente primer
telescopio. Al igual que Alan, unos prismáticos fueron mi primer
instrumento durante el primer año de afición, resultando el mejor camino
a seguir. Durante esa etapa, ya estaba diseñando e iniciando la
construcción de un telescopio reflector de 20 centímetros.
Como ya he mencionado, el bricolaje
astronómico era el único modo en que podía tenerlo, pues mis ingresos a
los 15 años de edad eran inexistentes. Con el tiempo, uno se da cuenta
de que fue una suerte que las cosas vinieran así, pues mientras tanto
aprendí a conocer bien el cielo con los prismáticos, y aprendí a
utilizar otros telescopios de amigos y de la asociación astronómica,
antes de tener el mío propio y saber qué hacer con él.
Escoger el momento es
importante
Por lo tanto, si acabas de llegar a
esta afición, mi primer consejo sería evitar esa compra rápida. Si aún
no sabes lo que necesitas, o para que lo vas a utilizar la mayor parte
del tiempo, y si todavía no conoces el cielo, lo mejor que te puedo
recomendar es que busques por casa esos prismáticos olvidados o te
compres unos sencillos de 7x50 o de 10x50, y un planisferio o carta
celeste.
También te recomiendo que te apuntes
a una agrupación astronómica local. Sin duda, el estar en contacto con
otros aficionaos te facilitará el aprendizaje, además de te permitirá
acceder a la consulta de libros y revistas sobre la materia y, sobre
todo, te dará la oportunidad de observar por los telescopios de la
asociación o de otros compañeros de afición. Si se organizan salidas de
observación colectivas, coge tus prismáticos y apúntate. Allí aprenderás
a conocer mejor el cielo, verás objetos que aún no te son accesibles, y
te adentrarás en el manejo del telescopio y las técnicas de
observación.
Poco a poco irás aumentando tus
conocimientos, con el paso de los meses ya irás conociendo
constelaciones y habrás aprendido a buscar e identificar bastantes
cosas. El contacto con otros aficionados te habrá permitido observar por
varios telescopios y habrás comparado entre ellos. Incluso puede que ya
tengas preferencia por alguna especialidad (planetas, estrellas dobles,
heliofísica, etc). Es entonces cuando puedas madurar la decisión de
tener tu propio telescopio porque ya sabes lo que quieres y lo que
esperas del nuevo instrumento.
Llegados a este punto, las
posibilidades son tres: comprar algo nuevo, comprar algo de segunda mano
o hacérselo uno mismo. Sobre esta última posibilidad existe gran
información en publicaciones y en Internet, pero es de mucha ayuda el
contacto con otras personas que se hayan embarcado en ese proyecto.
El mercado de segunda mano es muy
interesante. Constantemente hay aficionado que venden su telescopio y
accesorios por cambiar a un equipo mayor, o personas que abandonan la
afición y desean desprenderse de su instrumento. Hay que tener presente
que este mercado de ocasión, como todos en general, ofrece de todo
y, desde luego pienso que es importante poder probar antes de comprar.
Finalmente, la opción más común es
comprar algo nuevo. Aquí la oferta es variada y hay muchas tiendas donde
comprar. En esta misma Web, en la sección
enlaces
puedes encontrar un listado de distribuidores y tiendas donde comprar de
modo fiable. Lo que tengo muy claro es que huiría de comprar en unos
grandes almacenes y, menos aún, de dejarme “asesorar” por el
vendedor de turno, ya que normalmente uno sabe más del tema que el
propio vendedor. Sea donde sea la compra, si compras “nuevo”,
exige que sea “nuevo”. No te lleves el telescopio que tienen en
exposición, cuya lente al descubierto -¿por qué no la taparán?- lleva
meses en el escaparte sin proteger del polvo y de la humedad, y cuya
montura han manoseado sin conocimiento docenas de curiosos.
En la compra de un telescopio hay que
valorar, en principio, tres elementos: la óptica, la montura y los
accesorios.
Sistemas ópticos
Todo telescopio cumple con dos
funciones básicas. La primera es recoger la luz que llega, de lo cual se
encarga el objetivo, que puede ser un juego de lentes o un espejo. La
segunda es concentrar toda esa luz en un punto en el que se coloca un
ocular que realiza la ampliación de la imagen.
El objetivo es la parte más
importante. Su diámetro es el primer parámetro que hay que tener en
cuenta. Habitualmente se emplea el término
apertura
para referirse a este diámetro. A mayor apertura más luz y mayor
potencia. Nuestra pupila en su mejor momento de aclimatación a la
oscuridad, se dilata hasta unos 8 mm de diámetro, lo que equivale a una
superficie de captación de luz de 0,5 cm2. Un telescopio de
sólo 6 cm de diámetro ya supone una superficie de 28,3 cm2. Y
uno de 20 cm supone 314,2 cm2.
Por lo tanto
la apertura significa la capacidad de
captar luz. Para entender
su importancia, piensa que la ampliación de la imagen que hará el ocular
será tanto mejor cuanta más luz reciba. Es semejante a lo que
ocurre cuando se amplia una foto y se hace una ampliación de la
ampliación anterior. Al ampliar, la luz disponible se reparte entre una
superficie mayor y con cada ampliación se oscurece la imagen.
Además, un telescopio proporcionará
mayor resolución a mayor diámetro. La resolución es el tamaño de los
detalles más pequeños que mostrará la imagen. Por lo tanto,
a mayor apertura más detalles.
La distancia que hay desde el
objetivo que capta la luz hasta el punto donde el haz de concentra en un
punto es la distancia focal.
Por ejemplo, cuando nos hablan de un telescopio de 60 mm de apertura y
700 mm de distancia focal, nos están diciendo que el objetivo tiene 60
mm de diámetro y el foco se forma a 700 mm de distancia de éste, lo que
ya nos puede dar una idea de que la longitud del tubo estará en el
entorno de los 70 cm.
Otro parámetro a tener en cuenta es
la relación focal
del telescopio. Este parámetro expresa la relación entre la apertura y
la distancia focal de la que acabamos de hablar. Expresadas ambas en la
misma unidad (milímetros), se obtiene dividiendo la distancia focal
entre el diámetro del objetivo. Así por ejemplo, el telescopio antes
mencionado de 60 mm de diámetro y 700 mm de distancia focal tiene
una relación focal de 700/60 = 11,7, y se expresa como una relación
focal F:11,7. Del mismo modo, un telescopio de 15 cm de diámetro y 100
cm de focal, tiene una relación de 100/15 = 6,7, o sea F:6,7.
La relación focal F indica la
luminosidad
de un telescopio. También es común referirse a este valor para hablar de
la velocidad
del telescopio. A una relación focal F más baja se dice que el
telescopio es más rápido, lo cual no tiene relación alguna con los
movimientos del telescopio, sino con que es más luminoso y, en
astrofotografía, permite hacer exposiciones más cortas.
En el caso de los reflectores, cuanto
más alto es el "F" mejor, en un rango de 4 a 10. (rangos superiores se
aplican sólo en refractores). Si la relación focal F es menor que F:6
implica que el espejo secundario tiene un tamaño relativamente grande
respecto al primario, lo que compromete la nitidez y el contraste de la
imagen por la mayor obstrucción central. Las distorsiones son
apreciables en las orillas del campo visual (las estrellas se
distorsionan y aparecen como “comas”) y el sistema óptico requiere una
alineación más perfecta.
Fabricar un espejo con F:4 de calidad
es más complicado y exige que los oculares que se empleen sean
excelentes. Por el contrario, al ser más cortos, son más cómodos de
transportar.
Los Schmidt-Cassegrain, que
normalmente se venden con F:10 suelen utilizar un accesorio llamado
reductor de focal,
que les permite trabajar a F:6,3.
Aumentos
Como habrás observado, todavía no
hemos hablado de aumentos. Sin embargo la mayoría de curiosos que se
acercan a una tienda o a un aficionado, enseguida preguntan ¿cuántos
aumentos tiene?.
Esto lo explotan los vendedores sin
conocimiento (o sin escrúpulos) para vender telescopios potentísimos que
le enseñarán las maravillas del cosmos, con los que es difícil ver un
botijo a 3 kilómetros. Sirva este enlace a una de mis páginas de la
sección
despropósitos como ilustración. ¡Lleva cuidado con ellos!.
Los aumentos de un telescopio se
obtienen dividiendo la distancia focal entre el foco del ocular que
utilicemos, ambos expresados e milímetros. Por ejemplo, un telescopio de
200 mm de apertura y F:6 tendrá una focal de 1200 mm. Si utilizamos un
ocular de 25 mm tendremos 1200/25=48 aumentos. Con un ocular de 6 mm
tendremos 1200/6=200 aumentos.
Así pues, los aumentos varían en
función del ocular que se utilice y es una simple división matemática.
Así las cosas, podríamos pensar que ponemos oculares cada vez más
cortos, que potenciamos con duplicadores y tendríamos en nada 900
aumentos. Pues no, no es tan fácil como se publicita.
Esto es teórica y prácticamente
falso, ya que a partir de determinada potencia, denominada
aumento resolvente,
el ojo ya puede captar todos los detalles que es capaz de mostrar el
telescopio. Una vez alcanzado ese límite, y por más aumentos que se le
pongan al instrumento, se aumentará el tamaño del objeto observado pero
no se conseguirá ver más detalles si no, antes al contrario, las
imágenes serán cada vez menos contrastadas (con la progresiva pérdida de
detalle), borrosas, inconcretas e inestables.
-
El aumento
mínimo
es el más bajo que admite el instrumento.
-
El aumento
resolvente
es el que permite llegar a “ver” todos los detalles que es capaz de
proporcionar el telescopio.
-
El aumento
medio
es recomendable en vez del resolvente para no hacer trabajar el ojo
del observador al límite de sus posibilidades.
-
El aumento
alto
es el máximo recomendable para objetos que muestran una cierta gama
de contrastes. Requiere una condiciones atmosféricas muy buenas.
-
El aumento
máximo
sólo tiene interés para objetos de contraste máximo (como una
estrella doble. No es casi utilizado porque requiere unas
condiciones atmosféricas óptimas.
¿Qué aumentos son aconsejables?. No
hay una regla de oro. Generalmente son las propias condiciones
atmosféricas unido a la calidad del instrumento lo que limitan el uso
del juego de oculares. A la hora de comprarlos, es suficiente con tener
un ocular que de pocos aumentos (cercano al aumento mínimo del
instrumento) y otro de mayor potencia (cercano al aumento resolvente).
Además, existe un accesorio
denominado lente de Barlow, que en realidad es una lente divergente que
alarga el foco y que, acoplado con el ocular, permite duplicar o
triplicar los aumentos que proporciona aquel. De modo que con un par de
oculares buenos (es mejor pocos pero de calidad que muchos mediocres),
más una lente Barlow tendremos cuatro combinaciones de potencia.
A continuación se dan varios ejemplos
de los aumentos para aberturas corrientes entre los aficionados.
Diámetro
del objetivo |
Aumento
MÍNIMO |
Aumento RESOLVENTE |
Aumento MEDIO |
Aumento ALTO |
Aumento MÁXIMO |
60 mm
80 mm
100 mm
120 mm
140 mm
160 mm
200 mm
250 mm
300 mm
|
9
12
15
17
20
23
29
32
38
|
60
80
100
120
140
160
200
250
300
|
75
100
125
150
175
200
250
315
375
|
120
160
200
240
280
320
400
500
600
|
150
200
250
300
350
400
500
625
750
|
Debe rechazarse cualquier argumento
que puedan darnos al ofrecernos un telescopio con más aumentos de los
que correspondan a su abertura. Serán mera teoría pero totalmente
inútiles. Sólo telescopios de muy buena calidad óptica permiten, en
ciertas noches de excepcional estabilidad atmosférica, observar
utilizando aumentos cercanos al máximo teórico. Pero esos telescopios
“pata negra” y esas noches excepcionales no son lo más habitual, y aún
menos ambos a la vez.
Los sistemas ópticos configuran la
oferta de telescopios que, en el astronomía amateur, son tres:
refractores, reflectores y catadióptricos.
El telescopio refractor
Responde a la idea que la gente tiene
de un telescopio: un tubo largo con una lente en su extremo superior,
por el que miramos desde el extremo inferior. En efecto, el objetivo que
recoge la luz es una lente, más exactamente un juego de lentes. La luz
atraviesa el objetivo y el haz de luz se concentra en el otro extremo
del tubo, donde el ocular realiza la ampliación. Por comodidad del
observador, se suele intercalar antes del ocular un espejo diagonal o un
prisma que desvíe el haz en ángulo recto.
TELESCOPIO REFRACTOR. A LA IZQUIERDA, SECCIÓN DEL TUBO ÓPTICO
El refractor es un instrumento de
manejo sencillo, más que el reflector, prácticamente sin mantenimiento
ya que el ajuste de la óptica de fábrica dura para siempre y es menos
delicado en su transporte. El tallado de una lente es más complicado y
caro que el de un espejo, lo que conlleva que, con un presupuesto dado,
podremos adquirir un refractor de mucha menos apertura que un reflector.
Aún así un refractor de entre 8 y 10 cm de apertura constituye un
excelente primer instrumento.
El problema de los primitivos
refractores fue la llamada aberración cromática. Al
atravesar la luz el cristal de la lente objetivo, los diferentes colores
que forman la luz tenían planos focales ligeramente distintos, lo que
hacía que aparecieran halos de colores en la imágenes. Eso se solucionó
con la aparición de los refractores acromáticos, en los que se
añadiendo una segunda lente al objetivo, que pasaba a estar compuesto
por dos cristales de distinta densidad y tipo, lo que ayudaba a corregir
esta aberración. Además, la distancia focal era grande para disimular al
máximo este problema. Es por ello frecuente que la relación focal de un
refractor esté por encima de F:11. Es por ello que el tubo de un
refractor siempre tiene un aspecto de más delgado que un reflector
equivalente.
La mayoría de los refractores que se
pueden encontrar son acromáticos. La aparición de los
refractores
apocromáticos, "APOS" en
argot astronómico, supuso el fin de las aberraciones, pero su precio es
muy elevado por los costes de fabricación.
Hay refractores para todos los
gustos, desde los casi juguetes que hay en la mayoría de grandes
superficies, hasta los grandes APOS de altas prestaciones. Los primeros
descansan en monturas inestables que acusan hasta un estornudo. Los APOS
suelen llevar monturas robustas y de suave manejo. Si seguiste mi
consejo inicial, no cambies tus prismáticos por uno de esos
“telescopios”. Si lo vas a regalar, no fastidies y regala unos buenos
prismáticos a una cebolleta sobre trípode.
El telescopio reflector
Es la configuración óptica más
extendida. Su objetivo captador de luz es un espejo aluminizado en su
cara superior que, además tiene forma cóncava (parabólico) y se
encuentra en el extremo inferior del tubo. El haz de luz reflejado
asciende hacia la boca del tubo donde un espejo diagonal lo desvía hacia
un lado, por lo cual ocular se sitúa cerca del extremo superior del
tubo. Es la típica disposición denominada reflector Newton, por ser éste
quien la ideó.
TELESCOPIO REFLECTOR. A LA IZQUIERDA,
SECCIÓN DEL TUBO ÓPTICO
Como ya se ha dicho, con un mismo
presupuesto se puede comprar un reflector de mayor apetura que un
refractor. Al no estar cerrado el tubo, necesita mayor protección en su
almacenaje. Además, la óptica necesita ser realineada con relativa
frecuencia.
Al no sufrir de aberración cromática,
los tubos son más cortos, con relación focal entre f:4 y f:8. Cuanto más
pequeño sea este valor, más acusan la obstrucción central del espejo
secundario, influyendo en un menor contraste.
El tubo abierto por arriba permite
que puedan aparecer corrientes de aire por la diferente temperatura
dentro y fuera del tubo.
El telescopio catadióptrico
Es un tipo de telescopio que combina
lentes y espejos. Realmente el objetivo es un espejo, cóncavo (esférico)
que concentra la luz sobre otro espejo secundario que es convexo y
proyecta el foco de nuevo hacia abajo, pasando a través de un orificio
en el centro del espejo principal. De la corrección de la aberración
esférica se ocupa una lámina frontal que cierra la boca del tubo y
adapta la luz entrante a la geometría esférica del espejo principal, al
tiempo que sujeta al espejo secundario.
TELESCOPIO SCHMIDT-CASSEGRAIN. A LA
IZQUIERDA, SECCIÓN DEL TUBO ÓPTICO.
Con esta configuración se consigue
acortar el tubo y hacerlo más ligero y manejable que un reflector Newton
de igual abertura. Además se consigue una posición de observación más
natural, desde la parte inferior del tubo.
La portabilidad es excelente aún con
grandes aperturas. Al estar el tubo cerrado por la lámina superior la
óptica está más protegida. En cambio su precio es casi el doble de un
reflector Newton de igual apertura.
Otra variante de los catadióptricos
es el Maksutov, cuya diferencia con el Schmidt-Cassegrain es que, en
lugar de una lámina correctora, el Maksutov monta en la parte frontal
del tubo una lente correctora llamada menisco divergente. La parte
central interna del menisco está aluminizada, con lo que se obtiene
también el secundario, que además presenta una menor obstrucción central
que los Cassegrain.
TELESCOPIO MAKSUTOV. A LA IZQUIERDA
SECCIÓN DEL TUBO ÓPTICO
Los Maksutov proporcionan imágenes
excelentes pero resultan más caros, por lo que se encuentran en
aperturas inferiores a los otros catadióptricos.
La montura del telescopio
Si importante es la configuración
óptica, no lo es menos la parte mecánica. Un buen telescopio debe
descansar sobre una montura firme y robusta, que soporte bien el peso
del tubo, que no se balancee con la mínima brisa de aire que se
presente. Además debe permitir un bloqueo adecuado del tubo, sin
holguras, y permitir movimientos suaves y precisos.
Hay dos tipos de monturas básicas
para telescopio: la azimutal y la
ecuatorial.
La
montura azimutal
es más simple. Consta de dos ejes que permiten los movimientos básicos
en vertical (arriba-abajo) y horizontal (izquierda-derecha). Es el mismo
sistema que habrás visto en esos telescopios que ha en algunos lugares
turísticos para divisar panorámicas y que se activan con monedas.
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TELESCOPIO CON MONTURA AZIMUTAL |
TELESCOPIO CON MONTURA DOBSON |
Para poder seguir los objetos
mientras se observa, tienes que ir corrigiendo la posición en ambos ejes
constantemente, lo cual puede perturbar la misma concentración en lo que
se está viendo. Una variante de esta montura es la llamada Dobson, que
permite una construcción sencilla a base tableros de madera, con unos
ejes de nylon que se giran apoyados en unos soportes de teflón. Este
diseño resulta compacto y es usado en relectores newtonianos de grandes
diámetros que requieren frecuente transporte.
Como los astros se desplazan
alrededor del polo celeste, si el eje de azimut (vertical) se inclina
hasta apuntar a dicho polo celeste, se obtiene una montura ecuatorial.
La montura ecuatorial permite, de este modo, hacer el seguimiento de un
astro moviendo únicamente uno de los ejes
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ESQUEMA MONTURA ECUATORIAL |
TELESCOPIO CON MONTURA ECUATORIAL |
La montura ecuatorial más popular es
la denominada ecuatorial alemana, aunque hay otros sistemas, como la
ecuatorial de horquilla y la de cuna, más propias de telescopios fijos
en un observatorio o de telescopios construidos por aficionados.
Una montura ecuatorial debe estar
correctamente alineada con el polo celeste antes de iniciar la
observación, para que el seguimiento sea correcto. En la mayoría de los
casos, si no se va a hacer astrofotografía, será suficiente con
alinearlo con la estrella Polar. Por suerte, hay muchas de estas
monturas que ya incorporan en su eje polar un pequeño catalejo que
permite el alineado de forma rápida y precisa.
Los accesorios
Quizás sean menos importantes que el
tubo y la montura, pero pueden ser un factor clave de decisión entre dos
telescopios muy similares.
En primer lugar, en lo referente a la
montura hay que contemplar si está
motorizada,
si lleva buscador polar, etc. Si piensas adquirir una
montura ecuatorial, es de agradecer que esté motorizada. En el caso más
sencillo, consiste en que un motor se ocupa de hacer avanzar el eje de
ascensión recta para que compense la rotación terrestrte, con lo cual
hace un seguimeinto del astro que se observa. De este modo, sólo será
necesario efectuar pequeñas correcciones sobre la velocidad del motor si
es necesario, o sobre el otro eje si la orientación de la montura no es
perfecta.
Desde hace unos años, este sencillo
motor ha desaparecido y los modernos telescopios morotizados, lo son en
ambos ejes, con un mando de control desde el que se puede accionar sobre
ambos ejes y a diferentes velocidades, especialmente en los telescopios
catadióptricos o en los refractores apocromáticos.
Otras de las mejoras introducidas
pueden ser la corrección del error periódico (PEC
en inglés) que corrije las irregularidades del movimiento. Los
círculos graduados digitales
permiten seleccionar un objeto deuna base de datos incorporada y,
siguiendo las indicaciones del microprocesador, orientar la montura
hasta encontrar ese objeto. Finalmente, la función
GOTO
(“ir a” en inglés) va más lejos, pues permite que el telescopio apunte
él solo a cualquier objeto o coordenadas que le proporcionemos en el
panel de control. Es algo de lo que, hasta hace poco, sólo disponían los
telescopios profesionales.
Si es un telescopio de un colegio o
instituto, o de un aficionado que realiza labores rutinarias de rastreo,
el GOTO es una ayuda necesaria. Como opiniones hay tantas como personas,
ahí va la mía: el GOTO hace perder el encanto de conocer en profundidad
el cielo y de saber buscar cualquier objeto en él. Pregúntale a un
veterano aficionado cuantas veces ha encontrado una estrella o un objeto
interesante mientras buscaba otra cosa.
El
buscador polar
es un pequeño catalejo situado en el eje de ascensión recta que permite
un alineado cómodo de la montura con el polo celeste. Suele llevar una
plantilla sobre la imagen para facilitar la orientación, o bien unos
círculos graduados para el ajuste.
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BUSCADOR POLAR Y SU UBICACIÓN EN
LA MONTURA |
Los
oculares
son, sin duda, uno de los accesorios que potencia la calidad óptica del
telescopio. Un buen objetivo nunca mostrará de lo que es capaz si los
oculares no tienen una mínima calidad. En telescopios pequeños y
baratos, los oculares suelen estar al nivel del conjunto, es decir
suelen ser malos. Los telescopios de gama media, suelen llevar oculares
de calidad media que, no son para tirar cohetes, pero son suficientes.
Si algún día piensas comprarte un telescopio de gran tamaño y excelentes
prestaciones, haz hueco en tu presupuesto para, como mínimo, un par de
oculares de alta calidad y una buena lente barlow.
Los oculares pueden tener distintos
diámetros. Los telescopios más antigüos y también los más sencillos
tienen oculares de 1 pulgada de diámetro (1” = 25,4mm). Hasta finales de
la década de 1980 esa era la medida más común. Luego se fueron
arrinconando al hacerse más populares los de 1,25” (31.7mm), que aún son
los más utilizados. Desde hace unos años, la aparición de los oculares
de 2” (especialmente los de amplio campo) ha revolucionado el mercado,
llevando a los fabricantes a dotar sus portaoculares con la doble
capacidad 1,25” y 2”.
Otros factores a valorar
Además de lo que ya se comentado, es
interesante reflexionar sobre otros aspectos antes de equivocarse.
El tamaño del telescopio y su peso
pueden ser un problema a la hora de guardarlo o transportarlo. Si además
precisa de un montaje costoso, acabarás buscando una excusa para dejar
la observación para otro día. En esas condiciones, quizás utilices más
un refractor de 8 cm que un reflector de 25 cm.
Si observas desde la ciudad, las
limitaciones por contaminación lumínica pueden llevarte a observar sólo
los planetas y la Luna. En ese caso, un refractor de 8 a 10 cm o un
reflector de 15 cm con relación focal F:8 serán más apropiados.
Si piensas observar desde un lugar
oscuro, con buenos cielos, y te atraen los objetos difusos como cúmulos,
nebulosas y las galaxias, mejor elige un reflector grande a F:5 o
f:6.
Si se trata de un instrumento
polivalente, un telescopio “para todo” te irá bien un un reflector
Newton de 15 ó 20 cm a F:6 o un Schmidt-Cassegrain de 20 cm. Con un
reductor de focal.
Cuando ya te hayas decidido, recuerda
comparar siempre en distintos proveedores, los precios, portes,
condiciones de pago, plazos de entrega, equipamiento, servicio postventa
y garantía. Cuando recibas el telescopio revísalo bien y ¡disfrútalo!.
Glosario
Relación focal
La relación focal del telescopio
expresa la relación entre la apertura y la distancia focal. Expresadas
ambas en la misma unidad (milímetros), se obtiene dividiendo la
distancia focal entre el diámetro del objetivo.
Relación focal = distancia focal (mm)
/ apertura (mm)
Aumentos
Los aumentos de un telescopio se
obtienen dividiendo la distancia focal entre el foco del ocular que
utilicemos, ambos expresados e milímetros.
Aumentos = Distancia focal (mm) /
focal del ocular (mm)
Resolución
Le resolución o poder separador es la
capacidad de un telescopio de mostrar de forma individual a dos objetos
que se encuentran muy juntos.. Se expresa en segundos de arco y es
directamente proporcional a la apertura del telescopio. Una resolución
de 0,8” indica que esa es la mínima separación que debe haber entre dos
puntos para distinguirlos individualmente. Se puede calcular con la
siguiente fórmula:
Resolución = 115 / apertura (mm)
Campo visual real
Es el trozo de cielo que verás a
través del ocular. Obviamente cambiará cuando cambies de ocular. Para
conocerlo, necesitarás saber el campo del ocular (normalmente lo lleva
escrito), así como los aumentos que te proporciona. Entonces, para saber
cuantos grados tiene tu campo visual real, aplica la fórmula siguiente:
Campo visual (º) = Campo del ocular
(º) / aumentos
Magnitud límite
La magnitud límite indica el brillo
de las estrellas más débiles que alcanzará a ver nuestro telescopio.
Para calcularla se emplea la siguiente fórmula:
Mag. límite = 7,5 + 5 x log apertura
(cm)
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