El
11 de agosto de 1999 se produjo el último eclipse total de Sol del siglo
XX, cuya línea de totalidad atravesó gran parte de Europa central,
pasando por tierras muy habitadas a diferencia de otros fenómenos
similares. Miles de personas se desplazaron a lugares favorables en
Francia, Alemania, Hungría o Rumania. La fecha, en pleno agosto hacía
prever que la climatología debía ser favorable en gran parte de los
mismos, al tiempo que la coincidencia con el periodo vacacional llevaría
el fenómeno a ser uno de los más observados de la historia.
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Desde
finales de los años 70, esperaba esta fecha con la ilusión de ver mi
primer total. En Valencia apenas iba a verse un eclipse parcial, por lo
cual había que desplazarse a la línea de totalidad. Ciudades importantes
como París, Frankfurt, Viena o Budapest estaban en las cercanías de la
zona de totalidad, y aún más, Reims, Estrasburgo, Stuttgart, Munich,
Salzburgo se encontraban dentro de dicha zona,
Iba
a ser un viaje relámpago: ir, ver el eclipse y volver. De modo que elegí
el lugar más cercano que era Francia. Como ya había estado en París
media docena de veces decidí volver allí y luego moverme el día del
eclipse desde la ciudad de la luz.al punto de observación.
En
principio, en el viaje me uniría en París a la expedición del GAM (Gruppo
Astrofili Massesi) liderado por mi buen amigo Pietro Baruffetti: La
expedición italiana viajaba en autocar desde Italia, con unas 50 personas
entre astrónomos y familiares.
En
el último momenrto, mi amigo Jaime Busquets se decidió por fin a
acompañarme. Salimos el mediodía del día 9 de agosto con el tren
Euromed hasta Barcelona, para enlazar allí con un tren-hotel Talgo que
nos conduciría durante la noche hasta París. A las 9 de la mañana ddel
día 10 estábamos en la gare d'Austerlitz y de allí, a Chelles, en la
periferia Oeste de París, donde teníamos el hotel.
A
nuestra llegada, París nos recibió con un cielo completamente cubierto,
con fuertes lluvias intermitentes y con una predicción desastrosa.
Nos
reunimos con nuestros colegas italianos al pié de Saint Eustache, para
dar un paseo turístico por la ciudad. La climatología nos recordaba
constantemente lo que había, con fuertes lluvias que nos llevaron a
refugiarnos en una estación de metro para finalizar la tarde en el
complejo de La Défense.
Por
la noche, ya en el hotel, era difícil decidirse por la ruta a tomar al
día siguiente. Las predicciones eran malas el todas las direcciones. Ir
al Oeste implicaba buscar que tras el primer frente nuboso hubiera algún
claro, pero se esperaban lluvias copiosas.
Inicialmente
el lugar previsto era los alrededores de la localidad de Laon, pero
decidimos finalmente tomar la autopista en dirección Noreste, pensando en
llegar a la zona de Soissons.
Como
suele suceder, y más en agosto y en el lugar que estábamos, más gente
decidió ver el eclipse, de modo que la carretera estaba bastante
colapsada.
En
1 hora, apenas nos habíamos alejado unos 25 kilómetros de París. La
intranquilidad era enorme, cielo cubierto y pocas esperanzas de llegar al
lugar elegido a tiempo. Pero nos calmamos un poco cuando ya nos
encontramos dentro de la banda de totalidad. Fuera donde fuera que
llegásemos, si había condiciones para ver algo, al menos lo veríamos.
Dejamos al conductor del autocar continuar el viaje mientras hubo tiempo,
pero al llegar a las cercanías de Ploisy, le pedimos que abandonara la
carretera por el primer camino que encontrara.
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Nada
más llegar, todo el cielo estaba cubierto, excepto una pequeña área
sobre el horizonte en que se veía un agujero de color azulado entre el
gris oscuro del resto. Los más atrevidos comenzaron a montar sus
telescopios y cámaras de inmediato. Sin embargo, un repentino chaparrón
nos hizo entrar de nuevo en el autocar.
Cuando
la lluvia cesó, vimos algún mínimo claro y, a la hora del inicio de la
totalidad, entre nubes, pudimos observar algunas partes del fenómeno.
Todas las imágenes que aparecen en esta página han sido extraídas del
video que obtuve con una Handycam Sony.
Destacaría dos detalles que observé.
El primero es que no hubo oscuridad total ya que, al haber nubes por
todo el cielo, se dispersaba la luz del Sol. La segunda es que me
impresionó mucho ver la retirada sobre el terreno de la sombra del Sol.
Terminada
la observación, reemprendimos viaje hasta Soissons, desde donde volvimos
en automóvil a París. De nuevo tuvimos que sufrir un atasco que hizo que
necesitáramos unas cinco horas para recorrer los cien kilómetros que hay
entre Soissons y París, justo a tiempo de subir al tren que nos llevaría
de vuelta.
El
eclipse desde Valencia por Jesús Romero
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